¡Hola!
¿Cómo estáis? Espero que bien. Hoy regreso a vuestros correos para hablaros de apariciones y desapariciones.
El pasado mes de septiembre empecé a estudiar una oposición y, ahora que llevo ya unos meses en este proceso, pienso que lo más difícil de estudiar no es mantener la motivación y la constancia, sino desaparecer. Para memorizar hay que dejar de ser. No hay cabida ni para la creatividad ni para el pensamiento crítico; el único objetivo del estudio es acumular información y luchar contra la curva del olvido. Para mí, lo más interesante de opositar no es el contenido del temario, sino descubrir cómo funciona la memoria a largo plazo; cómo recordamos u olvidamos las cosas. Según leí en un artículo sobre técnicas de memorización, el 90% de lo que aprendemos se olvida al día siguiente. Hay que programar repasos a las veinticuatro horas de estudiar por primera vez un tema, luego a la semana y a las tres semanas. Después, lo estudiado empieza a formar parte de la memoria a largo plazo. Imagino la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del procedimiento administrativo común alojada en mi cabeza junto a la distribución de la casa de mi infancia.
Mi capacidad para almacenar información ha mejorado en los últimos meses. Ahora, me tengo que esforzar por no retener todo lo que leo. En los restaurantes, por ejemplo, memorizo sin querer el orden de los platos en el menú. Cuando salgo a la calle, paseo recitando los derechos fundamentales de la Constitución: el derecho a la vida está alojado en la estatua de Felipe IV en la plaza de Oriente (artículo 15) y el de la libertad y seguridad en la comisaría de la calle Leganitos (artículo 17). Intento buscarle el lado lúdico al estudio, pero aprendo a costa de que mi escritura se resienta. Esta es la peor parte del proceso. Es difícil que una dimensión tan importante de mi identidad desparezca, aunque solo sea por un tiempo.
Hace unas semanas, en uno de mis paseos repartiendo artículos del Estatuto Básico del Empleado Público por el Barrio de las Letras, me acerqué a la galería The Goma atraída por un sugerente correo que había enviado su director anunciado una exposición de un artista asturiano llamado Armando quien, cuando empezó a tener problemas psiquiátricos, cambió su forma de pintar. Abandonó los bodegones que le habían dado cierto reconocimiento en su juventud y empezó a dibujar platillos volantes. Volverse loco también es una forma de desaparecer; una mucho más drástica y difícil de enfrentar que una oposición. En la galería, me resultó inspirador ver la reaparición de Armando en sus óleos. En aquellos cuadros reconocí una vida llena de sentido y propósito. En el camino de vuelta a casa ignoré los artículos del Estatuto Básico del Empleado Público, incluso las faltas graves, muy graves y leves del artículo 95 que había distribuido por toda la plaza de Santa Ana. En este paseo imaginé mi reaparición después de meses sumergida en el estudio, en cómo este desarrollo de mi memoria afectará a mi escritura.
Si vivís en Madrid, aún tenéis hasta el uno de abril para ver la exposición. Merece tanto la pena que he decidido enviar la carta un domingo en lugar de un jueves para que tengáis unos días para acercaros.
✨ Música para la duermevela
Los expertos recomiendan memorizar con música de ondas alfa sonando a volumen bajo de fondo. Las piezas barrocas y la Sonata para piano en Re mayor de Mozart son opciones populares entre los estudiantes. En mi caso, escucho habitualmente el disco Hurry up, We’re Dreaming de M83. No sé si es música alfa o no, pero a mí me ayuda a concentrarme. Aquí os dejo un tema de este álbum que se llama Year One, One Ufo.
🕯️Si queréis compartir conmigo alguna recomendación o técnica de estudio, podéis responder a este correo o dejar un comentario.
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Un abrazo fuerte,
Gabriela
¡Qué bien que encuentres tiempo para escribir correos como este último, ocupada como estás en memorizar leyes y textos!. Me ha resultado divertido imaginar una ruta turística recorriendo lugares donde figuren artículos de la Constitución, como los sitios que señalas.
Estoy seguro de que recogerás el fruto de tu 'desaparición'.
Tu escritura e imaginación siguen siendo un fantástico regalo para quienes te seguimos y admiramos.
Muchas gracias, también por la música que nos descubres!
Como cada newsletter, me das 10 min para que mi mente desaparezca y viaje a otro pensamiento. Gracias