🔮 ¡Ding-dong! La bruja ha muerto
Hola, queridas y queridos:
Os escribo después de unas breves vacaciones.
Hace unos meses leí un ensayo que transformó mi forma de entender los cuentos de hadas. Se llama La bruja debe morir y está escrito por Sheldon Cashdan, un profesor de psicología de la Universidad de Massachussets. En este texto, el autor analiza los cuentos clásicos desde el psicoanálisis y explica por qué estas historias interesan tanto a los niños a pesar de que hayan pasado siglos desde que se escribieron. El libro me entusiasmó porque me ayudó a poner palabras a muchas de mis intuiciones acerca de los cuentos tradicionales y, desde entonces, he ido, poco a poco releyendo algunas de mis historias favoritas. Estos días le ha tocado el turno a El mago de Oz.
El mago de Oz es interesante por varios motivos. Para empezar, como recoge el libro de Cashdan, es uno de los pocos cuentos de hadas modernos que ha sobrevivido con éxito al paso del tiempo. Millones de personas ven cada año la película y leen el libro. En segundo lugar, mientras mayoría de los cuentos tradicionales se centran en los pecados de incontinencia: Hansel y Gretel son unos glotones, Blancanieves es vanidosa, Pinocho un holgazán, en esta historia, los personajes tienen pecados de deficiencia: el espantapájaros no tiene cerebro, el hombre de hojalata no tiene corazón, el león no tiene valor y Dorothy es una niña ingenua que apenas conoce el mundo. Los cuatro emprenden un viaje de auto descubrimiento siguiendo el sinuoso camino de baldosas amarillas en el que se enfrentarán a sus carencias y a sus miedos.
Pero a mí, lo que más me interesa de esta historia es cómo se representan el bien y el mal. Mi escena favorita de la película es la del aterrizaje de Dorothy en la tierra de Oz, cuando aplasta con su casa a la bruja del este. En este momento, la imagen deja de ser en blanco y negro y el paisaje explota en technicolor. Los munchkins y la bruja buena del norte cantan y bailan para celebrar que la malvada hechicera que los tenía esclavizados ha muerto.
“Bailad, cantad, reíd sin fin, murió la bruja del este al fin”, repiten los munchkins. Aquí tenéis el vídeo de la escena:
Un munchkin con capa y sombrero azules certifica la muerte de la bruja.
¿Por qué es tan importante que la bruja muera? ¿Es necesario certificarlo? ¿Muerta la bruja, muerto el mal? ¿Está bien celebrar la defunción?
Según Cashdan, la bruja representa la parte malvada que todos llevamos dentro y a la que debemos hacer frente.
El encuentro con la presencia diabólica de la historia fuerza a los niños a encararse con sus propias inclinaciones indeseables al proyectarlas como características concretas de la bruja. La confrontación con la bruja se convierte así en un acto de autorreconocimiento, un medio por el que los niños son obligados a conocer partes de sí mismos que de otro modo podrían negar o ignorar.
Sheldon Cashdan
En los cuentos de hadas, la única manera de eliminar las partes malas del yo es aniquilando a la bruja. Su muerte representa el triunfo del bien sobre el mal e incrementa la confianza del niño en sus recursos para vencer las tentaciones. El lector necesita que la muerte de la bruja sea completa, aunque a veces para ello sea necesario exponerle a escenas violentas.
Los niños pequeños tienen dificultad para comprender la finalidad de la muerte, y los adultos embarullan a menudo el asunto al decirles que las personas queridas que han muerto están dormidas o se han marchado de viaje. La lógica aparente es evitar que el niño sufra y proporcionarle el rayo de esperanza de un eventual retorno. Pero si el niño no interpreta la muerte como un final, posiblemente la bruja podría reaparecer. No tiene sentido deshacerse de la bruja y de pronto descubrirla en la puerta de casa. Si la bruja debe morir (y permanecer muerta) debe ocurrir de una manera que haga altamente improbable su retorno.
Sheldon Cashdan
En los cuentos de hadas, una vez que la bruja muere, todos viven felices para siempre; pero a medida que los niños crecen, matar a la bruja ha de transformarse en conocer a la bruja. Es importante poder dialogar con nuestras partes oscuras para hacerles frente y crecer como personas. Además, no es tan fácil acabar con el mal: “Se mata a una bruja y otra la sustituye; se elimina un pensamiento indeseable y otro surge en su lugar”, escribe Cashdan.
En El mago de Oz, por ejemplo, hay dos brujas: la del este, que muere al principio de la película, y la del oeste, que muere al final. La desaparición de la bruja del este no hace crecer a Dorothy; son sus enfrentamientos con la bruja del oeste a lo largo del viaje lo que la hacen madurar. La bruja del oeste quiere robarle a Dorothy los zapatos mágicos que pertenecieron a su hermana, la bruja del este. Los agresores siempre quieren arrebatarle algo a la víctima que ellos no tienen.
Además de la bruja del oeste, otro obstáculo que Dorothy y sus amigos encuentran es el propio mago de Oz, que representa la mentira y que no está tan lejos del mal como parece. El mago es un farsante que no se atreve a mostrarse tal cual es y oculta sus carencias. Gobierna infundiendo temor, exagera su poder, necesita creer que es bueno. No está dispuesto a emprender su camino de crecimiento personal e intenta tomar atajos fraudulentos.
Como todos nosotros, el mago necesita creer que es un ser humano bueno. Su único pecado, según da a entender, es haber tratado de exagerar su poder. Temeroso de mostrar su auténtico yo, el de un hombre corriente con defectos corrientes, recurre a un engaño complicado para ocultarse del mundo. El resultado es la renuncia a toda posibilidad de relación auténtica con otros seres humanos. La pantalla que utiliza para enmascarar su verdadera identidad (la falsa fachada que lo separa de los demás) le impide ser quien realmente es.
Sheldon Cashdan
Mientras terminaba de leer El mago de Oz, surgió la polémica de la invitada TERF al podcast de Estirando el chicle y empecé a reconocer a los personajes del cuento de hadas en el conflicto. Para quiénes no sepáis qué pasó. Hace un par de semanas, el podcast Estirando el chicle, considerado como aliado de la comunidad LGTBQ+, invitó a una cómica que había hecho comentarios tránsfobos en sus redes sociales despertando la ira de muchos twitteros que lincharon durante días a las presentadoras del programa, llegándoles a desear la muerte. Matar el mal, ¿os suena?
Victoria Martín y Carolina Iglesias, las presentadoras de Estirando el chicle, han emprendido un viaje de autoconocimiento a través de su podcast con el que podréis sentiros más o menos cercanos, pero es el que ellas han elegido. Martín e Iglesias son la Dorothy de esta historia. A veces, quizás, algo ingenuas, pero quién no lo es cuando empieza su carrera profesional. En sus comunicados dicen frases como: “estoy en constante deconstrucción; en mis 29 años me he equivocado muchas veces y de cada error he sacado un aprendizaje”.
La cómica Patricia Sornorsa, invitada al podcast sería la malvada bruja del oeste, la que abiertamente ha hecho los comentarios ofensivos en twitter criticando a los transexuales. No se pone en el lugar de las presentadoras del programa y echa más leña al fuego.
Y por último, la jauría de twitter que ha linchado a las chicas de Estirando el chicle por invitar a una mujer tránsfoba sería un coro de pequeños magos de oz que quieren presentarse como abanderados de causas nobles mientras infunden temor y no emprenden ningún camino de autoconocimiento. Critican los tropiezos de los demás sin exponerse, escondidos tras la máscara de las redes sociales. Tampoco parecen interesados en la causa trans. Aniquilan a otros para tener la fantasía de que están destruyendo el mal que hay dentro de ellos. ¿Pero, estamos aceptando quienes somos cuando juzgamos el mal comportamiento de otros?, ¿o solo estamos satisfaciendo nuestra necesidad de reafirmar que somos buenos ante los demás? ¿Hay algo que tengan las presentadoras de Estirando el chicle que ellos deseen? ¿Fama, éxito, valentía? ¿Y quién soy yo ahora juzgando a los que juzgan? ¿Buena? ¿Mala? ¿Un poco de las dos cosas? Ubicar el bien y el mal no siempre es tan fácil como parece.
Volviendo a la escena sobre la que os hablaba más arriba, ¿dónde está realmente el mal cuando Dorothy aterriza en la tierra de Oz? ¿Aplastado debajo de la casa o en otro lugar?
Si buscáis un poco en internet, no tardaréis en encontrar historias sobre el terrible comportamiento de los munchkins durante el rodaje de la película. Muchos eran delincuentes que pasaban los días borrachos intentando meter mano a Judy Garland. Pero los munchkins no fueron los únicos que se aprovecharon de la actriz, los ejecutivos de la Metro obligaron a Garland a seguir una dieta de sopa, lechuga y 80 cigarrillos diarios para reprimir el apetito, anfetaminas para trabajar y barbitúricos para dormir.
El mago de Oz es una lectura estupenda, tanto para niños como para adultos. Atrapa porque, como hacen las grandes novelas, captura muy bien las luces y las sombras del alma humana. Lo tenéis disponible gratis en la biblioteca municipal de vuestro barrio. La copia que saqué yo tenía los dibujos originales de W.W. Denslow. Y, aunque ya conozcáis la película, os sugiero que la veáis de nuevo después de leer esta carta. Ojalá todos y todas consigáis reunir las fuerzas necesarias para enfrentaros a las brujas y a los farsantes que acechan en vuestros caminos de baldosas amarillas.
Un abrazo fuerte,
Gabriela
✨ Música para la duermevela
La canción de la película El mago de Oz que celebra el aplastamiento de la bruja del este se ha convertido en un himno para festejar la muerte de alguien considerado como malvado. Cuando falleció Margaret Tatcher en 2013, Ding-Dong! The Witch Is Dead fue la segunda canción más descargada en Reino Unido.
Unos años antes, en el 2000, la banda británica Hefner ya había utilizado la melodía de El mago de Oz en su canción The Day that Tatcher Dies, que también se convirtió en éxito inesperado tras la muerte de la primera ministra.
A los adultos, la letra de esta canción nos retrotrae a nuestra infancia y nos llena de esperanza porque nos transporta a un tiempo en el que leíamos cuentos de hadas donde el bien siempre vencía al mal. Aunque en el fondo, como dice Hefner en la letra de su canción, sepamos que, a nuestra edad, ya no está bien celebrar la muerte de nadie.
We will laugh the day that Thatcher dies,
Even though we know it’s not right,
We will dance and sing all night.Hefner
Junto con la de Hefner, mi versión favorita de la mítica canción de El mago de Oz es la de Klaus Nomi que tiene ese estilo entre teatral y extraterrestre que le caracteriza.
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