🍂 Un jardín encantado
🕯️ Hola, queridas y queridos:
Espero que estéis disfrutando de la llegada del otoño.
Asocio esta estación con los cementerios. Mucha gente a la que quise: mi madre, mi amigo Roque, mi tío Guillermo, mi tío Pepe, mi abuela materna… murieron entre el final del verano y noviembre. Este mes, sin ir más lejos, ya he estado dos veces rodeada de tumbas. La primera fue para enseñarle a mi hijo el lugar en el descansa su abuela en el espantosísimo cementerio de Pozuelo y, la segunda, para despedir a Pepe, mi tío abuelo, en La Almudena.
El entierro de Pepe fue breve y en él me sentí acompañada por todos mis muertos, porque los que se van tienen el curioso poder de resucitarse entre sí. Mientras un empleado de la funeraria metía las cenizas en el agujero de la tumba, por detrás pasaba el autobús 110, que une Manuel Becerra con La Elipa. Me acordé de que mi amiga la escritora Elvira Navarro ya me había hablado en alguna ocasión sobre este autobús. Cuando llegó a Madrid desde Valencia no se podía creer que hubiera una línea de la EMT que rodara entre cruces y lápidas. La que estaba perpleja aquel día era yo.
A mi lado, mi hermana apuntaba cosas muy rápido en las notas del móvil. “¿Qué te parece el nombre de Benita para mi perra?”, me preguntó. “También me gusta Felisa”, me dijo señalando un nicho que había detrás de nosotras. “He visto que al otro lado de esta pared está la tumba de Lola Flores”, le contesté.
Es imposible entrar en un camposanto sin pensar en las vidas que hay detrás de los nombres de las lápidas. Nos ocurre a todos. A vosotros, a mí, a mi hermana, al poeta Edgar Lee Masters de quien estos días he leído su maravilloso poemario La antología de Spoon River, que es una historia (casi parece una novela) construida a través de epitafios. Leí la edición bilingüe de Bartleby Editores traducida al español por Jaime Priede que os recomiendo.
La antología de Spoon River cuenta la vida de un pequeño pueblo del medio oeste americano a través de las historias de sus vecinos muertos. Al haber dejado de pertenecer a este mundo, sus relatos son honestos. Impresiona lo mucho que puede emocionar una vida contada en apenas una cara. Las historias se entrelazan entre sí. A veces son confesionales, otras no. El autor se inspiró en los nombres de las tumbas del cementerio del pueblo de Lewistown en el que creció y en los camposantos de otras localidades cercanas. Cada vida tiene su pequeña tragedia y Edgar Lee Masters reúne doscientas cincuenta y las junta en un libro, que cuenta la historia de un pueblo, de un país y, posiblemente, también la nuestra.
Os dejo un par de poemas para que veáis de lo que hablo:
MARGARET FULLER SLACK Pude haber sido tan grande como George Eliot de no ser por mi adverso destino. Mirad si no, la foto que me hizo Penniwit: la mano en la barbilla, la mirada profunda, ojos grises también, penetrantes. Pero he aquí el eterno problema: ¿casada, soltera o mujer fatal? Me enredó John Slack, el rico farmacéutico, prometiéndome tiempo libre para mi novela. Me casé con él, tuve ocho hijos y me quedé sin tiempo para escribir. En realidad todo había terminado ya cuando estaba lavando la ropa del bebé y me clavé una aguja en la mano. He muerto con el rígido rictus del tétano, una muerte irónica. Escuchadme los espíritus ambiciosos: ¡el sexo es el azote de la vida! Edgar Lee Masters - Traducción: Jaime Priede
DIPPOLD EL OCULISTA ¿Qué ve ahora? Bolas rojas, amarillas, púrpura. Un momento. ¿Y ahora? Mi padre, mi madre, mis hermanas. Ya. ¿Y ahora? Caballeros armados, mujeres hermosas, caras agradables. Pruebe estas. Un campo de mies…, una ciudad. Muy bien. ¿Y ahora? Una mujer joven y ángeles inclinados hacia ella. Esta tiene más graduación. ¿Y ahora? Un montón de mujeres de ojos brillantes con los labios entreabiertos. Pruebe estas. Solo una copa en una mesa. Ya. Pruebe estas otras. Solo un espacio abierto… nada concreto. Bien. ¿Y ahora? Pinos, un lago, un cielo de verano. Mejor. ¿Y ahora? Un libro. Léame una página. No puedo. Se me van los ojos más allá de la página. Pruebe con estas. Aire, mucho aire. Muy bien. ¿Y ahora? Luz, solo luz, una luz que hace que todos parezcan de un mundo de juguete. Perfecto. Se las graduamos así. Edgar Lee Masters - Traducción: Jaime Priede
✨ Música para la duermevela
Hoy os recomiendo el disco Non al denaro non all'amore né al cielo de Fabrizio De André, en el que cada canción está inspirada en un personaje de La antología de Spoon River. Este poemario es muy famoso en Italia. Sé que el escritor Cesare Pavese fue un entusiasta del libro, pero desconozco si éste es el motivo de su éxito. Mi canción preferida del disco es Un blasfemo, que habla de un jardín encantado que podría ser el Edén o el del cementerio, porque quizás tampoco sean tan diferentes.
Os deseo muchas aventuras para este curso que apenas empieza y que alimentéis vuestras amistades con los vivos y con los muertos.
Un abrazo fuerte,
Gabriela
🕯️Si quieres contarme alguna historia de cementerios, puedes responder a este correo o dejar un comentario.