Hoy voy a hablaros de una de mis obsesiones recientes: el poder mágico de la escritura. Desde hace año y medio estoy convencida de que muchos textos funcionan como conjuros. Todo empezó con mi visita al rodaje de El comensal. Viajé en tren desde Madrid hasta un bosque navarro para encontrarme con Ángeles González-Sinde, la directora que transformó mi novela en película, y con el resto del equipo que trabajaba aquel día en el set. Lo primero que vi al llegar fue un camión gigante lleno de ropa para los actores. Unos metros más atrás, decenas de figurantes vestidos de guardias civiles hacían cola para almorzar en un buffet levantado en mitad del campo.
En mi caso, ha sido la lectura la que me ha servido para resucitar espiritualmente en algunos momentos. Entrar y abandonarme en otros mundos y experiencias es, cuando el texto tiene la altura necesaria, como si accediera a otra dimensión, más allá.
Gracias por este nuevo Correo Nocturno, Gabriela!.
En mi caso, ha sido la lectura la que me ha servido para resucitar espiritualmente en algunos momentos. Entrar y abandonarme en otros mundos y experiencias es, cuando el texto tiene la altura necesaria, como si accediera a otra dimensión, más allá.
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